Viaje hacia el tablón

Me levanto a las 7:40, después de tres avisos del despertador. Me ducho, desayuno y a la escuela.

Cojo el metro y veo que van a cortar en poco tiempo un tramo de la línea 1, cosa que me viene fatal. Empezamos bien... Me siento en el asiento que parece ser que tengo asignado, pegado a la pared del tercer vagón, y me pongo a leer. Cuando llevamos 4 ó 5 estaciones entra una señora mayor, que según como anda parece que necesita sentarse, así que le cedo mi asiento. No sé muy bien si por el hecho de hacer el bien gratuitamente o por demostrar a alguien (como diría Sabina, llámalo equis, llámalo energía) que hago el bien a cambio de alguna cosa ¬¬...

Me bajo del metro y voy a la parada del autobús. Por suerte hoy toca el conductor simpático, no como el de ayer que casi se pega con otro conductor y otro autobusero.

Me siento al fondo a la derecha, donde más espacio hay para las piernas y me doy cuenta de que me he quitado la música. Me vuelvo a poner los cascos, pero pienso que estaba más cómodo sin ellos, así que me los vuelvo a quitar (a estas alturas se puede comprobar que estoy ya de los nervios). Se sienta a mi lado una chiquita bastante guapa con un vestidito muy bonito (creo que es suficiente descripción), que se baja un par de paradas antes que yo (parece que la cosa se va arreglando).

Y por fin llego a mi destino. Tomo la decisión, entro por el edificio B (hubo un momento en el que era tan maniático que entraba por el edificio A y daba toda la vuelta para llegar a ver las notas que salían en el edificio B por costumbre). Tomo otra decisión, subo andando las cuatro plantas. Aquí se mezclan varias cosas; por un lado, que lo hice ayer, y soy un hombre de costumbres; por otro lado, que hay que adelgazar un poco; y por otro, quizá como penitencia...

Cuando estoy en el último tramo de escaleras pienso:

- Diez segundos para saber si tendré que estudiar transformadas otra vez. No quiero volver estudiar transformadas. No quiero volver a estudiar propiedades. No quiero saber nada más de espectros.

Miro el tablón desde la distancia y vaya, qué pocos alumnos, aunque evidentemente somos solo un grupo, así que no sé de qué me extraño. Me acerco, busco mi nombre en la lista por la D y me encuentro. Muevo mis preciosos ojitos hacia la derecha y... 5. VAMOOOOOOSSSSS. Pero pienso: no te confíes, vuelve a mirar. Repito el proceso y... 5. Ahora sí que sí.

Me pongo a hacer lo que suelo hacer siempre que veo las notas en los tablones y he aprobado: mirar las notas de los demás, de mis amigos, y compararlas (vulgarmente se llama "medirse las pollas", pero no me voy a poner a explicar por qué).

Un par de colegas han aprobado más o menos como yo (con un 5 y un 5 y poco), y otro de ellos ha suspendido. Hay muchos cincos, y alguno que otro que tiene tantos puntos que podría regalarlos. Pero bueno, ya está hecho. Vuelvo a comprobar mi nota y pienso en dos frases que me dijeron. La primera es un poco triste, y la segunda es una verdad como un templo.

1.- La mejor nota no es el 10, es el 5, porque así sabes que no has estudiado de más. Esto es una tontería como una casa, que no se cree ni quien me la dijo.

2.- La mejor nota no es el 5, sino el 5.1, porque de esta manera sabes que eres tú el que has aprobado, y que no ha sido el profesor el que te ha dado un empujón. Una de las frases con más sentido que me han dicho. Así que nunca sabré si ese 5 ha sido por mis logros, o como me temo, me quedé al borde y alguien me agarró. Gracias en ese caso :).

Pues lo dicho, una menos. Voy a recomprobar mi nota otra vez para ver que no me he equivocado ¬¬.

Nos vemos.

Tensión en la cuarta planta.

Mi situación es la siguiente: son en torno a las 12 de la noche y sé desde hace unas 8 horas ha salido la que creo que es la única nota dudosa (salvo sorpresa en el resto (aunque hay otro examen que no sé yo...), pero esperemos que no suceda). Por supuesto, es la única que no sale en internet, y además, debía salir mañana. Mi intención era quedarme mañana todo el día en la escuela hasta que saliese, para no verme precisamente en la situación en la que me encuentro ahora. Pero no, es de sobra conocido que aunque intente cambiar algunas cosas, estas harán lo posible por seguir igual. Hubo un momento durante la tarde que pensé en ir corriendo a verla, pero pensé que si hago eso y luego suspendo, es posible que pusiera fin a mi vida en el metro xD.

Además, se juntan un cúmulo de circunstancias que no me gustan. La asignatura la podría haber aprobado fácilmente si hubiera asistido seriamente a todos los parciales, pero como falté a uno, no me va a sumar la ínfima nota de 0,3 al final (espero no sacar un 4,7 por dios). Después, el examen que hice está pillado por los pelos. Una parte de 4 puntos en la que no creo que saque apenas nada y una parte de 6 en la que espero poder hacer la machada de aprobar... Está complicado, pero el paso del tiempo me hace ver las cosas un poco más optimista (por el hecho de olvidarme de lo fatal que pudiera haberme salido el examen).

Así que mañana me veo levantándome a las 7 y 30 para ir a currar a la cuarta planta de la escuela, pero sobre todo, para ir a mirar esos dichosos numeritos que curiosamente están a 10 metros de donde trabajo. Y puede ser una mañana muy larga y decepcionante (a la vez que se escuchen gritos de alegría), o muy larga y con sonrisa en la cara. También he de decir que aunque mañana suspenda, el dichoso profesor que no me quiso sumar la nota es una buena persona. Se le nota preocupado cuando la gente suspende. Eso no quita en que como mañana encuentre una nota inferior al 5.0 pueda decir que se confunde mucho en clase y que se dispersa con facilidad jeje (cosa que también es cierta).

Y encima, como hay a mucha gente a quien les ha sumado muuuchos puntos de continua (en torno a 1.5), en el foro se comenta que la asignatura la ha regalado, con lo que no quiero ser el único suspenso... Sí, tengo miedo.

Mañana comento qué tal fue.

Por fin un descanso

Bueno, un fin de semana para quitarse el estrés que ha habido durante el curso tampoco viene mal. Lo he hecho durante estos días. He aquí el plan que seguí:

- Jueves por la noche cena con los amigos de la universidad para celebrar el fin de exámenes.

- Viernes de vuelta al trabajo (de forma relajada), y partidito por la tarde. Jugar a la consola hasta las 3 de la mañana.

- Sábado por la mañana para comprar distintas bebidas y/o refrescos alcohólicos o no. Sábado por la tarde de consola (unas cinco horitas). Sábado por la noche parrilla con la familia. Madrugada con los amigos del barrio para re-inaugurar la casita de un amigo y consumir las bebidas compradas en la mañana.

- Mañana del domingo de resaca por el veneno que se tomó la noche anterior, y tarde de fútbol con partido de España, partido con los amigos, y partido de Brasil.

Creo que me podría acostumbrar a esto (cambiando algunas cosas y mejorando otras).

Sábado de examen

Este sábado fui a hacer un examen a la universidad que de sobra sabía que iba a suspender. No es la situación de llevar mal una asignatura e ir a ver si suena la flauta, sino que fui exactamente a suspender. En condiciones normales no habría ido, que a partir del segundo cuatrimestre de 2º decidí que no iba a ir a hacer exámenes para hacer el ridículo. Sin embargo, la posibilidad de tener que pedir compensación para una asignatura si suspendo en septiembre hacía necesario que fuera, porque al menos necesito presentarme a dos convocatorias.

Para mi fue sin duda una sensación nueva. Tenía preocupación, pero no la que suelo tener, sino más bien una del tipo: "espero no hacer mucho el ridículo, o al menos que nadie lo sepa y me lo diga a la cara".

Para empezar, al examen fui de lo más tranquilo. Normalmente suelo ser un poco paranoico y levantarme para llegar al menos una hora antes (que cuando se estudia no hay que correr el riesgo). Pero esta vez no; total, tampoco había mucho que perder. El caso es que salgo de casa y corro para coger el metro (que tampoco está bien levantarse un sábado por la mañana pronto para nada jeje). Esta vez no cojo el autobús porque aún no tengo claro si hay F los sábados, me voy hasta Ciudad Universitaria por la línea 6, y de ahí, andando hasta la escuela. Entro en la escuela y miro el móvil: las 9:22, 8 minutos para que empiece el examen (ahí estamos jugándonosla, menos mal que corrí para coger el metro). Clásico paso por el baño, búsqueda del aula que me toca, y las 9:25.

Y por primera vez, no me pongo a estudiar como un ansioso. Salgo de clase y tuve la suerte de encontrarme con un amigo que también tenía examen. Él sí la llevaba preparada, y creo que los dos buscábamos lo mismo, hacer tiempo; él para no preocuparse por el examen y yo para no ponerme nervioso por el ridículo que se avecinaba. Así que hablamos un rato hasta que aparecen tres individuos con folios. Uno de ellos me había dado clase el año pasado de esta misma asignatura (de la cual se ve que pasé, dado que no me presenté ni en junio ni en septiembre). Es un tipo que no será muy alto, supongo que medirá como yo más o menos, 1.70 y algo. Pero el caso es que también mide bastante de ancho, con lo que impone un poquito.

Comienzo a rezar para que no entre en mi clase, y obviamente, mis plegarias no fueron escuchadas. Ahí estaba yo, sentado en la última fila a la izquierda según se mira a la pizarra en el típico aula inclinada, observando cómo entregaba las hojas de examen y posteriormente los exámenes.

Rezo porque no me conozca, y esta vez sí que se cumplió mi deseo, como siempre en este caso. El que me conoce sabe que tengo un superpoder: me vuelvo invisible delante de los profesores; da igual que haya ido a sus clases o que sea el responsable de mi proyecto, que hasta que no hablo al menos 15 veces con ellos no se van a acordar de mi cara.

Parece pesado, pero rezo también porque en el examen no ponga que hay que escribir cada problema en hojas separadas. Y efectivamente, hay que resolver cada problema en hojas separadas. Es la ley de Murphy (o la ley de felizin, la podríamos rebautizar).

felizin desayunando una tostada con mantequilla
Me encuentro ante la siguiente situación: solo tengo conocimientos para "intentar resolver" (intentar resolver significa no dejar en blanco) dos de los cinco problemas de los que consta el examen. De todas las posibilidades que tenía preparadas, esta era la peor de todas: inventarme tres problemas, porque no puedo entregar tres folios en blanco (me daría algo de vergüenza). Pero ya había pensado en esto, y tengo la solución: copiar los datos y circuitos de los enunciados. Si ya sé que uno parece tonto, pero no lo es, esta es una gran idea. Al final decido hacerlo en todos (tengo tres horas para hacer de todo, incluso estirar mi espalda tres veces). En torno a media hora después de empezar el examen, ya tengo todas las hojas rellenas por la mitad. Y ahí veo la primera cosa que esperaba desde que empezó el examen: el primer alumno entregándolo. Sentí un enorme aprecio por él, al contrario que el profesor, que lo miró con una mezcla de asombro (ni que fuera la primera vez) y enfado. Me gustaría saber quién fue para poder agradecérselo, pero no me acuerdo, así que dejémoslo estar. A partir de ese momento, ya no sería "el que primero entregó el examen", lo que quita mucha presión. Pero aún no había llegado el momento; al menos hay que cubrir la mitad de tiempo de examen para no hacer el ridículo.

Volvemos a mi examen. Comienzo a hacer los problemas que "sé hacer". Lleno de dudas cojo mi compás para intentar sacar algún valor medio útil, cosa que consigo después de 45 minutos de uso de compás, lapiz y borrador, sobre todo borrador (jamás me alegré de haber tardado tanto en hacer un problema).

Levanto la cabeza y veo una cosa que a cualquier persona le parecería normal, pero siempre tengo que sacar punta a todas las situaciones. Veo cómo se levanta una señorita de buen ver con una camiseta de hombreras y un escote respetable. Se dispone a hacer una pregunta a mi amigo esférico, para lo que se sitúa agachada con los brazos apoyados en la mesa. Pensé: "por Dios, si quieres que te resuelva el examen hacen falta al menos unos preliminares, que se te ve todo". Pero mi amigo permaneció impasible ante semejante visión y por la cara de la chiquita al volver a su mesa creo que no le resolvió mucho.

Agacho la cabeza y vuelvo a mi examen, a intentar mi segundo problema, para el cual uso las fórmulas que me sé, inventándome el resto. Han pasado 20 minutos y hemos traspasado el ecuador del examen. A partir de ese momento, cuando acabe de inventarme cosas entregaré el examen.

Pero ocurre algo que no esperaba. El profesor se levanta, y comienza a andar por las mesas, observando no sé si posibles chuletas, o con ganas de comprobar los conocimientos de sus pupilos. He de decir que tuve suerte porque empezó por la derecha, así que me daba tiempo a inventar una estrategia. Mientras la pensaba empecé a jugar con el compás, sacando y metiendo el adaptador, hasta que me lo cargué. Se quedó la parte de hierro en el compás y la parte de plástico en mi mano. Adiós a la estrategia que había pensado de ponerme a toquetear el ejercicio que mejor me sabía (el primero que hice). Así que solo me queda una opción, y me dispongo a abordar los problemas en los que no tengo ni idea. Leo el primero y nada, el segundo y nada, el tercero y menos.

Levanto la cabeza y veo que al profesor aún le queda un buen trecho hasta llegar a mi sitio. ¡Mierda! Eso significa que se queda un rato observando cada problema. Al final me empiezo a inventar fórmulas para uno de los ejercicios, hasta que llega mi amigo esférico. Miro de reojo esperando a que se vaya, a la vez que muevo las hojas del examen buscando qué se yo en el enunciado. Vete yaaaaa. Pero no, ahí se queda. Total, desesperado me decido a levantar la cabeza y mirarle a la cara. Hago dos movimientos rápidos, y parece que con eso es suficiente como para que se de por satisfecho y se vaya. Es posible que haya sido una estrategia del tipo: "Te veo, ni se te ocurra intentar copiar". He de decir que ese nunca ha sido mi estilo, no me gusta correr el riesgo, así que no hacía falta que me vigilase.

Así que finalmente se sienta en su mesa, y yo prosigo con mi examen. Pero... lo que faltaba, un clásico en los últimos exámenes que hago; un profesor entra e informa que falta un dato en un enunciado. Para ser exactos, era en uno de los problemas de los que no tengo ni idea (claro, por eso no me salían :P). Bueno, hago caso omiso del dato que me aportan, y continúo hasta que acabo. En ese momento falta algo más de media hora para que acabe el tiempo. Decido "repasar" mientras espero el momento justo para entregar el examen y salir por patas.

Y finalmente, a falta de 28 minutos este llega. El profesor se levanta para reanudar la ronda de vigilancia, y cuando está suficientemente lejos decido levantarme para dejar el examen en su mesa. ¡Mierdaaaaa! Se me olvidó poner el nombre en el enunciado del examen, pero ya estoy levantado. Cojo el boli, lo escribo rápidamente y me acerco hasta la mesa. Pero el profesor ya se había dado cuenta de lo que iba a hacer, y me intercepta con una mano esperando mis folios. ¿POR QUÉ? Había seguido una táctica perfecta durante las tres horas (dos horas y media para mi) para que ahora todo se vaya al traste. Ahora se pondrá a leer el examen y esperemos que no se empiece a descojonar en medio de clase...

En ese mismo momento emprendo la huida. Subo las escaleras, tardo un ratito en recoger todo (para la próxima sé que debo dejar todo recogido), giro la cabeza y le veo absorto en mi examen, aunque no tiene cara precisamente de risa... Tampoco me apetece averiguar qué piensa, así que me voy definitivamente.

Nos vemos en septiembre, amigo.

20090605

Otra vez en época de exámenes, y otra vez escribiendo jeje. A classic!

Si todo va bien, este será mi último junio (acabo de releer la entrada, y quiero dejar claro que espero que sea mi último junio de exámenes :S; espero vivir algún que otro año más jeje)... Realmente aún no me he hecho a la idea de que realmente mi vida de estudiante se está acabando. Aunque creo que ya expliqué en alguna entrada que puede haber otros proyectos para prolongar esta época.

Sin embargo, acabaría la carrera con 23 años, y creo que es hora de que comience a levantar el país, y que intente planificar mi vida futura jeje.

NOTA MENTAL: escribir sobre los 17 años de estudiante que he vivido cuando todo acabe.

También decir que podría hablar de que estas dos semanas han sido una de las peores en mi vida personal, pero prefiero esperar y hablar con la mejor perspectiva que aporta el paso del tiempo. Espero que en un tiempo esto me parezca una memez, y prefiero hablar cuando eso pase.