Este sábado fui a hacer un examen a la universidad que de sobra sabía que iba a suspender. No es la situación de llevar mal una asignatura e ir a ver si suena la flauta, sino que fui exactamente a suspender. En condiciones normales no habría ido, que a partir del segundo cuatrimestre de 2º decidí que no iba a ir a hacer exámenes para hacer el ridículo. Sin embargo, la posibilidad de tener que pedir compensación para una asignatura si suspendo en septiembre hacía necesario que fuera, porque al menos necesito presentarme a dos convocatorias.
Para mi fue sin duda una sensación nueva. Tenía preocupación, pero no la que suelo tener, sino más bien una del tipo: "espero no hacer mucho el ridículo, o al menos que nadie lo sepa y me lo diga a la cara".
Para empezar, al examen fui de lo más tranquilo. Normalmente suelo ser un poco paranoico y levantarme para llegar al menos una hora antes (que cuando se estudia no hay que correr el riesgo). Pero esta vez no; total, tampoco había mucho que perder. El caso es que salgo de casa y corro para coger el metro (que tampoco está bien levantarse un sábado por la mañana pronto para nada jeje). Esta vez no cojo el autobús porque aún no tengo claro si hay F los sábados, me voy hasta Ciudad Universitaria por la línea 6, y de ahí, andando hasta la escuela. Entro en la escuela y miro el móvil: las 9:22, 8 minutos para que empiece el examen (ahí estamos jugándonosla, menos mal que corrí para coger el metro). Clásico paso por el baño, búsqueda del aula que me toca, y las 9:25.
Y por primera vez, no me pongo a estudiar como un ansioso. Salgo de clase y tuve la suerte de encontrarme con un amigo que también tenía examen. Él sí la llevaba preparada, y creo que los dos buscábamos lo mismo, hacer tiempo; él para no preocuparse por el examen y yo para no ponerme nervioso por el ridículo que se avecinaba. Así que hablamos un rato hasta que aparecen tres individuos con folios. Uno de ellos me había dado clase el año pasado de esta misma asignatura (de la cual se ve que pasé, dado que no me presenté ni en junio ni en septiembre). Es un tipo que no será muy alto, supongo que medirá como yo más o menos, 1.70 y algo. Pero el caso es que también mide bastante de ancho, con lo que impone un poquito.
Comienzo a rezar para que no entre en mi clase, y obviamente, mis plegarias no fueron escuchadas. Ahí estaba yo, sentado en la última fila a la izquierda según se mira a la pizarra en el típico aula inclinada, observando cómo entregaba las hojas de examen y posteriormente los exámenes.
Rezo porque no me conozca, y esta vez sí que se cumplió mi deseo, como siempre en este caso. El que me conoce sabe que tengo un superpoder: me vuelvo invisible delante de los profesores; da igual que haya ido a sus clases o que sea el responsable de mi proyecto, que hasta que no hablo al menos 15 veces con ellos no se van a acordar de mi cara.
Parece pesado, pero rezo también porque en el examen no ponga que hay que escribir cada problema en hojas separadas. Y efectivamente, hay que resolver cada problema en hojas separadas. Es la ley de Murphy (o la ley de felizin, la podríamos rebautizar).
Para mi fue sin duda una sensación nueva. Tenía preocupación, pero no la que suelo tener, sino más bien una del tipo: "espero no hacer mucho el ridículo, o al menos que nadie lo sepa y me lo diga a la cara".
Para empezar, al examen fui de lo más tranquilo. Normalmente suelo ser un poco paranoico y levantarme para llegar al menos una hora antes (que cuando se estudia no hay que correr el riesgo). Pero esta vez no; total, tampoco había mucho que perder. El caso es que salgo de casa y corro para coger el metro (que tampoco está bien levantarse un sábado por la mañana pronto para nada jeje). Esta vez no cojo el autobús porque aún no tengo claro si hay F los sábados, me voy hasta Ciudad Universitaria por la línea 6, y de ahí, andando hasta la escuela. Entro en la escuela y miro el móvil: las 9:22, 8 minutos para que empiece el examen (ahí estamos jugándonosla, menos mal que corrí para coger el metro). Clásico paso por el baño, búsqueda del aula que me toca, y las 9:25.
Y por primera vez, no me pongo a estudiar como un ansioso. Salgo de clase y tuve la suerte de encontrarme con un amigo que también tenía examen. Él sí la llevaba preparada, y creo que los dos buscábamos lo mismo, hacer tiempo; él para no preocuparse por el examen y yo para no ponerme nervioso por el ridículo que se avecinaba. Así que hablamos un rato hasta que aparecen tres individuos con folios. Uno de ellos me había dado clase el año pasado de esta misma asignatura (de la cual se ve que pasé, dado que no me presenté ni en junio ni en septiembre). Es un tipo que no será muy alto, supongo que medirá como yo más o menos, 1.70 y algo. Pero el caso es que también mide bastante de ancho, con lo que impone un poquito.
Comienzo a rezar para que no entre en mi clase, y obviamente, mis plegarias no fueron escuchadas. Ahí estaba yo, sentado en la última fila a la izquierda según se mira a la pizarra en el típico aula inclinada, observando cómo entregaba las hojas de examen y posteriormente los exámenes.
Rezo porque no me conozca, y esta vez sí que se cumplió mi deseo, como siempre en este caso. El que me conoce sabe que tengo un superpoder: me vuelvo invisible delante de los profesores; da igual que haya ido a sus clases o que sea el responsable de mi proyecto, que hasta que no hablo al menos 15 veces con ellos no se van a acordar de mi cara.
Parece pesado, pero rezo también porque en el examen no ponga que hay que escribir cada problema en hojas separadas. Y efectivamente, hay que resolver cada problema en hojas separadas. Es la ley de Murphy (o la ley de felizin, la podríamos rebautizar).
Me encuentro ante la siguiente situación: solo tengo conocimientos para "intentar resolver" (intentar resolver significa no dejar en blanco) dos de los cinco problemas de los que consta el examen. De todas las posibilidades que tenía preparadas, esta era la peor de todas: inventarme tres problemas, porque no puedo entregar tres folios en blanco (me daría algo de vergüenza). Pero ya había pensado en esto, y tengo la solución: copiar los datos y circuitos de los enunciados. Si ya sé que uno parece tonto, pero no lo es, esta es una gran idea. Al final decido hacerlo en todos (tengo tres horas para hacer de todo, incluso estirar mi espalda tres veces). En torno a media hora después de empezar el examen, ya tengo todas las hojas rellenas por la mitad. Y ahí veo la primera cosa que esperaba desde que empezó el examen: el primer alumno entregándolo. Sentí un enorme aprecio por él, al contrario que el profesor, que lo miró con una mezcla de asombro (ni que fuera la primera vez) y enfado. Me gustaría saber quién fue para poder agradecérselo, pero no me acuerdo, así que dejémoslo estar. A partir de ese momento, ya no sería "el que primero entregó el examen", lo que quita mucha presión. Pero aún no había llegado el momento; al menos hay que cubrir la mitad de tiempo de examen para no hacer el ridículo.
Volvemos a mi examen. Comienzo a hacer los problemas que "sé hacer". Lleno de dudas cojo mi compás para intentar sacar algún valor medio útil, cosa que consigo después de 45 minutos de uso de compás, lapiz y borrador, sobre todo borrador (jamás me alegré de haber tardado tanto en hacer un problema).
Levanto la cabeza y veo una cosa que a cualquier persona le parecería normal, pero siempre tengo que sacar punta a todas las situaciones. Veo cómo se levanta una señorita de buen ver con una camiseta de hombreras y un escote respetable. Se dispone a hacer una pregunta a mi amigo esférico, para lo que se sitúa agachada con los brazos apoyados en la mesa. Pensé: "por Dios, si quieres que te resuelva el examen hacen falta al menos unos preliminares, que se te ve todo". Pero mi amigo permaneció impasible ante semejante visión y por la cara de la chiquita al volver a su mesa creo que no le resolvió mucho.
Volvemos a mi examen. Comienzo a hacer los problemas que "sé hacer". Lleno de dudas cojo mi compás para intentar sacar algún valor medio útil, cosa que consigo después de 45 minutos de uso de compás, lapiz y borrador, sobre todo borrador (jamás me alegré de haber tardado tanto en hacer un problema).
Levanto la cabeza y veo una cosa que a cualquier persona le parecería normal, pero siempre tengo que sacar punta a todas las situaciones. Veo cómo se levanta una señorita de buen ver con una camiseta de hombreras y un escote respetable. Se dispone a hacer una pregunta a mi amigo esférico, para lo que se sitúa agachada con los brazos apoyados en la mesa. Pensé: "por Dios, si quieres que te resuelva el examen hacen falta al menos unos preliminares, que se te ve todo". Pero mi amigo permaneció impasible ante semejante visión y por la cara de la chiquita al volver a su mesa creo que no le resolvió mucho.
Agacho la cabeza y vuelvo a mi examen, a intentar mi segundo problema, para el cual uso las fórmulas que me sé, inventándome el resto. Han pasado 20 minutos y hemos traspasado el ecuador del examen. A partir de ese momento, cuando acabe de inventarme cosas entregaré el examen.
Pero ocurre algo que no esperaba. El profesor se levanta, y comienza a andar por las mesas, observando no sé si posibles chuletas, o con ganas de comprobar los conocimientos de sus pupilos. He de decir que tuve suerte porque empezó por la derecha, así que me daba tiempo a inventar una estrategia. Mientras la pensaba empecé a jugar con el compás, sacando y metiendo el adaptador, hasta que me lo cargué. Se quedó la parte de hierro en el compás y la parte de plástico en mi mano. Adiós a la estrategia que había pensado de ponerme a toquetear el ejercicio que mejor me sabía (el primero que hice). Así que solo me queda una opción, y me dispongo a abordar los problemas en los que no tengo ni idea. Leo el primero y nada, el segundo y nada, el tercero y menos.
Levanto la cabeza y veo que al profesor aún le queda un buen trecho hasta llegar a mi sitio. ¡Mierda! Eso significa que se queda un rato observando cada problema. Al final me empiezo a inventar fórmulas para uno de los ejercicios, hasta que llega mi amigo esférico. Miro de reojo esperando a que se vaya, a la vez que muevo las hojas del examen buscando qué se yo en el enunciado. Vete yaaaaa. Pero no, ahí se queda. Total, desesperado me decido a levantar la cabeza y mirarle a la cara. Hago dos movimientos rápidos, y parece que con eso es suficiente como para que se de por satisfecho y se vaya. Es posible que haya sido una estrategia del tipo: "Te veo, ni se te ocurra intentar copiar". He de decir que ese nunca ha sido mi estilo, no me gusta correr el riesgo, así que no hacía falta que me vigilase.
Así que finalmente se sienta en su mesa, y yo prosigo con mi examen. Pero... lo que faltaba, un clásico en los últimos exámenes que hago; un profesor entra e informa que falta un dato en un enunciado. Para ser exactos, era en uno de los problemas de los que no tengo ni idea (claro, por eso no me salían :P). Bueno, hago caso omiso del dato que me aportan, y continúo hasta que acabo. En ese momento falta algo más de media hora para que acabe el tiempo. Decido "repasar" mientras espero el momento justo para entregar el examen y salir por patas.
Y finalmente, a falta de 28 minutos este llega. El profesor se levanta para reanudar la ronda de vigilancia, y cuando está suficientemente lejos decido levantarme para dejar el examen en su mesa. ¡Mierdaaaaa! Se me olvidó poner el nombre en el enunciado del examen, pero ya estoy levantado. Cojo el boli, lo escribo rápidamente y me acerco hasta la mesa. Pero el profesor ya se había dado cuenta de lo que iba a hacer, y me intercepta con una mano esperando mis folios. ¿POR QUÉ? Había seguido una táctica perfecta durante las tres horas (dos horas y media para mi) para que ahora todo se vaya al traste. Ahora se pondrá a leer el examen y esperemos que no se empiece a descojonar en medio de clase...
En ese mismo momento emprendo la huida. Subo las escaleras, tardo un ratito en recoger todo (para la próxima sé que debo dejar todo recogido), giro la cabeza y le veo absorto en mi examen, aunque no tiene cara precisamente de risa... Tampoco me apetece averiguar qué piensa, así que me voy definitivamente.
Nos vemos en septiembre, amigo.
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