Pequeños detalles (I)

Hay momentos en la vida en los que uno se desespera por cosas muy nimias. Pero como se suele decir que son los pequeños detalles los que le hacen a uno feliz, supongo que también será al revés. He tenido esa sensación esta mañana al entrar en el metro, y todo porque no tenía batería suficiente ni para dos minutos.

Lo mismo me pasa cuando hago una cosa y a mitad de ello me doy cuenta de que lo estoy haciendo mal. Ni siquiera es necesario que esté todo mal, pero el mero hecho de repetir lo mismo hace que pierda la gracia.

Perder el metro, aunque tarde solo 3 minutos en llegar el siguiente puede ser muy frustrante también, sobre todo si has corrido para que se te cierre la puerta en las narices.

Y otra cosa que hace que me suba por las paredes es una página cargándose muy lentamente. Si no se carga, me molesta menos, porque lo dejo y ya está. Pero cuando uno pincha en un enlace y tarda 2 minutos en abrirse, no puede parar de seguir para averiguar si ya se ha recuperado una conexión aceptable o no.

¡Ah! Me olvidaba de lo peor de todo. Volver a casa y que no esté el ascensor abajo me fastidia sobremanera. Y cuando veo que se está cerrando ya es lo máximo jej.

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