Viaje a Dublín (I)

Hace una semana estuve de viaje visitando a mi amigo Carlos, que está trabajando y viviendo en Dublín, un crack. Desde aquí le doy las gracias por acogerme en su casa y enseñarme una y otra vez la ciudad a patita.

La verdad es que soy bastante ignorante en muchas cosas (en otras muchas no, eso también), pero en cultura y geografía tengo una habilidad especial para no enterarme de nada. Así que cuando en el viaje de ida estuve hablando con la chica que se sentaba junto a mí (que iba con la intención de estar año y medio de au-pair), no sabía muy bien dónde estaban las otras ciudades de las que me hablaba: Cork, Belfast... Ahora ya sé situarme al menos.

Voy a dividir la entrada en dos, para que no sea tan larga. Aquí voy a contar rápidamente mi planning (tan rápido como fue el viaje), y en otro post-erior (chiste mío) me extenderé un poco más y daré mis opiniones.

El viaje comenzó el viernes a las 15 horas, saliendo del cliente y cogiendo el coche para el aeropuerto. Tardé un tiempo en encontrar el párking de bajo coste de las terminales 1 y 2, pero finalmente, tras pegar un bordillazo al preguntar a un viandante (resultado: llanta rallada), conseguí dejarlo allí hasta el domingo.

Pero ese día... ¡cómo llovía, la leche ****! Al bajar del coche, pisé un charco que me mojó hasta las rodillas, pero tiré para delante, empapándome cada vez más, mientras que el del párking me intentaba avisar que cada vez era más hondo y pensaba: este chico es tontico del to'.

Me cambié en el coche para dejar allí el traje, y fui para la terminal. Cuando llegué a Dublín, pregunté en un muy (pero que muy) oxidado inglés, hasta que encontré el autobús adecuado, y conseguí llegar hasta la parada en la que me esperaba Carlos. Fuimos a su casa a dejar mi maleta y salimos a tomar algo con sus amigas de allí (una Guinness of course y un mojito que sabía a rayos podridos). Muy maja la española, y muy guapa la extranjera, de la que no me acuerdo ni de su nombre ni de su nacionalidad. De las otras no sé, porque ni me acuerdo de cómo y cuántas eran... No por ir borracho, que aunque beba poco o nada normalmente, necesitaría más para llegar a eso.

Las discotecas/pubs de allí son más o menos como los de aquí: un lugar en el que la gente hace movimientos (creo que lo llaman bailar, aunque cualquier parecido con la realidad es accidental) y en la que me resulta inviable mantener una conversación por el ruido.

Al día siguiente fuimos a hacer un tour por la ciudad con un grupo de español@s (sí, españolos y españolas, no se ha inventado la erroba), por la tarde fui a comprar algunos regalillos para la gente de aquí (gran paciencia la de Carlos), y por la noche fuimos a ver de nuevo la ciudad. La verdad es que después de tanto andar ese día, había que irse a descansar pronto, así que tomamos otra pinta y para casa.

A la mañana siguiente, había que aprovechar para ver lo que quedaba a velocidad express. Visita a la fábrica Guinness (sin entrar), visita a un parque (daba igual cuál), visita a la destilería Jameson (sin entrar), visita al distrito chungo de la ciudad (hay que ver de todo), visita a un par de catedrales, y vuelta para recoger todo...

Al volver nos pilló una "pequeña llovizna" de 15 minutos, que me empapó completamente. Eso sí que es llover en horizontal, y no lo de aquí; el paraguas es un adorno completamente inútil en esos casos.

En el autobús hacia el aeropuerto, un bonito atasco y con muuuucha gente, que había partido de Hurling (gran deporte y mejor persona, por decir algo). Y en el aeropuerto, os daré un consejo, llegad pronto, porque el control de equipajes es una locura, y se puede tardar un ratito.

Viaje de vuelta muy tranquilo en el avión, y vuelta en coche más tranquila aún.

Continuará...

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