Por eso, hago un llamamiento a mis pocos lectores para que puedan hacer las sugerencias oportunas. No seáis gañanes y me dejéis este post sin comentarios :).
Crisis de imaginación
Mi imaginación está sumida en una crisis profunda, no encuentro apenas temas de los que escribir. Estoy en un momento en el que mi mente es muy vaga cuando sale del trabajo, y eso hace que los temas que encuentre sean ridículos.
Viaje a Dublín (II)
No he tenido mucho tiempo durante estos días para proseguir con la segunda parte, así que aprovecho para hacerlo hoy.
Mi opinión sobre lo que nos contaron de la historia de Irlanda es que podría asemejarse a la del mejor equipo del mundo (el Atleti, para quien tenga ciertas dudas). Se han regocijado en sus derrotas y en su mala suerte. El pueblo opresor (Inglaterra) es malo malísimo, y ellos han tenido siempre desgracias. Para más detalles, Wikipedia es nuestro amigo.
Por otra parte, creo que tienen un problema con la bebida. No es que vayan todos borrachos, eso que quede claro, pero la densidad de gente ebria es algo superior a lo que sería deseable, y a deshoras. Sinceramente, que los principales atractivos de la ciudad sean Temple Bar, la fábrica de Guinness, la destilería Jameson y demás, no sé si ayuda mucho a solucionar esto.
Y en cuanto a la manera de vestir... me parecen horteras hasta el extremo; la moda es ir raro, diferente. He visto cosas allí con las que me han dado ganas de sacarme los ojos, tirarlos a la basura, comprarme unos nuevos, volver a sacármelos, y tirarlos de nuevo a la basura. Es que soy muy clásico.
El resto de día comí españoladas y americanadas... ¡Mu rico!
El uso de las bicicletas está muy extendido, puedes verlas aparcadas en cualquier lugar de la calle. Y eso en una ciudad en la que llueve más de 250 días al año, es mucho; más teniendo en cuenta que aquí, en cuanto se ven un par de nubes, ya la gente deja en casa la moto para ir en coche al trabajo.
El tráfico, pues no sabría decir, porque fui en fin de semana, pero las personas no tienen sentido del peligro, cruzan sin control, las bicicletas retan a los autobuses de dos pisos, etc.
El transporte no es caro, es prohibitivo. El abono mensual de autobuses cuesta más de 100 leuros, como para pegarse un tiro.
Y en cuanto a las zonas, parece ser que la zona 8 es el Bronx, sinónimo de muerte. Está lleno de knackers (canis irlandeses), pero bueno, no parece para tanto la verdad.
Pues eso fue todo mi viaje, o al menos de lo que me acuerdo, que ya ha pasado un tiempecito... Solo me queda repetir mi agradecimiento a Carlos por acogerme ese fin de semana.
Nota importante, todo lo que escriba en esta entrada es únicamente mi opinión basada en una visita de un par de días, pero "sí nos hacemos responsables de las opiniones vertidas en este espacio, aunque puedan estar equivocadas".
History
El sábado por la mañana estuvimos haciendo un Freetour a pie por la ciudad. La idea de este tour no es que sea gratis, sino que pagues lo que estimes conveniente una vez finalizado el mismo. Estuvo muy entretenido, y lo recomiendo completamente. Me tocó hacer de "corneta" durante toda la duración del mismo (básicamente dar voces cada dos por tres), así que formé parte de la diversión. Espero mi sueldo al respecto.Mi opinión sobre lo que nos contaron de la historia de Irlanda es que podría asemejarse a la del mejor equipo del mundo (el Atleti, para quien tenga ciertas dudas). Se han regocijado en sus derrotas y en su mala suerte. El pueblo opresor (Inglaterra) es malo malísimo, y ellos han tenido siempre desgracias. Para más detalles, Wikipedia es nuestro amigo.
People
De la poca gente irlandesa con la que hablé (conductores de autobús, básicamente), solo puedo decir que fueron superamables y que están orgullosísimos de su historia. No pude hacerme una foto mancillando a Molly Malone por miedo a morir en manos de un enano irlandés...Por otra parte, creo que tienen un problema con la bebida. No es que vayan todos borrachos, eso que quede claro, pero la densidad de gente ebria es algo superior a lo que sería deseable, y a deshoras. Sinceramente, que los principales atractivos de la ciudad sean Temple Bar, la fábrica de Guinness, la destilería Jameson y demás, no sé si ayuda mucho a solucionar esto.
Y en cuanto a la manera de vestir... me parecen horteras hasta el extremo; la moda es ir raro, diferente. He visto cosas allí con las que me han dado ganas de sacarme los ojos, tirarlos a la basura, comprarme unos nuevos, volver a sacármelos, y tirarlos de nuevo a la basura. Es que soy muy clásico.
Food
Solo comí una vez a la irlandesa (era una especie de estofado con salsa Guinness), y no habría estado malo si hubiera conseguido encontrar algún trozo de carne dentro.El resto de día comí españoladas y americanadas... ¡Mu rico!
City
Es pequeñita, pero me gusta.El uso de las bicicletas está muy extendido, puedes verlas aparcadas en cualquier lugar de la calle. Y eso en una ciudad en la que llueve más de 250 días al año, es mucho; más teniendo en cuenta que aquí, en cuanto se ven un par de nubes, ya la gente deja en casa la moto para ir en coche al trabajo.
El tráfico, pues no sabría decir, porque fui en fin de semana, pero las personas no tienen sentido del peligro, cruzan sin control, las bicicletas retan a los autobuses de dos pisos, etc.
El transporte no es caro, es prohibitivo. El abono mensual de autobuses cuesta más de 100 leuros, como para pegarse un tiro.
Y en cuanto a las zonas, parece ser que la zona 8 es el Bronx, sinónimo de muerte. Está lleno de knackers (canis irlandeses), pero bueno, no parece para tanto la verdad.
Pues eso fue todo mi viaje, o al menos de lo que me acuerdo, que ya ha pasado un tiempecito... Solo me queda repetir mi agradecimiento a Carlos por acogerme ese fin de semana.
Viaje a Dublín (I)
Hace una semana estuve de viaje visitando a mi amigo Carlos, que está trabajando y viviendo en Dublín, un crack. Desde aquí le doy las gracias por acogerme en su casa y enseñarme una y otra vez la ciudad a patita.
La verdad es que soy bastante ignorante en muchas cosas (en otras muchas no, eso también), pero en cultura y geografía tengo una habilidad especial para no enterarme de nada. Así que cuando en el viaje de ida estuve hablando con la chica que se sentaba junto a mí (que iba con la intención de estar año y medio de au-pair), no sabía muy bien dónde estaban las otras ciudades de las que me hablaba: Cork, Belfast... Ahora ya sé situarme al menos.
Voy a dividir la entrada en dos, para que no sea tan larga. Aquí voy a contar rápidamente mi planning (tan rápido como fue el viaje), y en otro post-erior (chiste mío) me extenderé un poco más y daré mis opiniones.
El viaje comenzó el viernes a las 15 horas, saliendo del cliente y cogiendo el coche para el aeropuerto. Tardé un tiempo en encontrar el párking de bajo coste de las terminales 1 y 2, pero finalmente, tras pegar un bordillazo al preguntar a un viandante (resultado: llanta rallada), conseguí dejarlo allí hasta el domingo.
Pero ese día... ¡cómo llovía, la leche ****! Al bajar del coche, pisé un charco que me mojó hasta las rodillas, pero tiré para delante, empapándome cada vez más, mientras que el del párking me intentaba avisar que cada vez era más hondo y pensaba: este chico es tontico del to'.
Me cambié en el coche para dejar allí el traje, y fui para la terminal. Cuando llegué a Dublín, pregunté en un muy (pero que muy) oxidado inglés, hasta que encontré el autobús adecuado, y conseguí llegar hasta la parada en la que me esperaba Carlos. Fuimos a su casa a dejar mi maleta y salimos a tomar algo con sus amigas de allí (una Guinness of course y un mojito que sabía a rayos podridos). Muy maja la española, y muy guapa la extranjera, de la que no me acuerdo ni de su nombre ni de su nacionalidad. De las otras no sé, porque ni me acuerdo de cómo y cuántas eran... No por ir borracho, que aunque beba poco o nada normalmente, necesitaría más para llegar a eso.
Las discotecas/pubs de allí son más o menos como los de aquí: un lugar en el que la gente hace movimientos (creo que lo llaman bailar, aunque cualquier parecido con la realidad es accidental) y en la que me resulta inviable mantener una conversación por el ruido.
Al día siguiente fuimos a hacer un tour por la ciudad con un grupo de español@s (sí, españolos y españolas, no se ha inventado la erroba), por la tarde fui a comprar algunos regalillos para la gente de aquí (gran paciencia la de Carlos), y por la noche fuimos a ver de nuevo la ciudad. La verdad es que después de tanto andar ese día, había que irse a descansar pronto, así que tomamos otra pinta y para casa.
A la mañana siguiente, había que aprovechar para ver lo que quedaba a velocidad express. Visita a la fábrica Guinness (sin entrar), visita a un parque (daba igual cuál), visita a la destilería Jameson (sin entrar), visita al distrito chungo de la ciudad (hay que ver de todo), visita a un par de catedrales, y vuelta para recoger todo...
Al volver nos pilló una "pequeña llovizna" de 15 minutos, que me empapó completamente. Eso sí que es llover en horizontal, y no lo de aquí; el paraguas es un adorno completamente inútil en esos casos.
En el autobús hacia el aeropuerto, un bonito atasco y con muuuucha gente, que había partido de Hurling (gran deporte y mejor persona, por decir algo). Y en el aeropuerto, os daré un consejo, llegad pronto, porque el control de equipajes es una locura, y se puede tardar un ratito.
Viaje de vuelta muy tranquilo en el avión, y vuelta en coche más tranquila aún.
Continuará...
La verdad es que soy bastante ignorante en muchas cosas (en otras muchas no, eso también), pero en cultura y geografía tengo una habilidad especial para no enterarme de nada. Así que cuando en el viaje de ida estuve hablando con la chica que se sentaba junto a mí (que iba con la intención de estar año y medio de au-pair), no sabía muy bien dónde estaban las otras ciudades de las que me hablaba: Cork, Belfast... Ahora ya sé situarme al menos.
Voy a dividir la entrada en dos, para que no sea tan larga. Aquí voy a contar rápidamente mi planning (tan rápido como fue el viaje), y en otro post-erior (chiste mío) me extenderé un poco más y daré mis opiniones.
El viaje comenzó el viernes a las 15 horas, saliendo del cliente y cogiendo el coche para el aeropuerto. Tardé un tiempo en encontrar el párking de bajo coste de las terminales 1 y 2, pero finalmente, tras pegar un bordillazo al preguntar a un viandante (resultado: llanta rallada), conseguí dejarlo allí hasta el domingo.
Pero ese día... ¡cómo llovía, la leche ****! Al bajar del coche, pisé un charco que me mojó hasta las rodillas, pero tiré para delante, empapándome cada vez más, mientras que el del párking me intentaba avisar que cada vez era más hondo y pensaba: este chico es tontico del to'.
Me cambié en el coche para dejar allí el traje, y fui para la terminal. Cuando llegué a Dublín, pregunté en un muy (pero que muy) oxidado inglés, hasta que encontré el autobús adecuado, y conseguí llegar hasta la parada en la que me esperaba Carlos. Fuimos a su casa a dejar mi maleta y salimos a tomar algo con sus amigas de allí (una Guinness of course y un mojito que sabía a rayos podridos). Muy maja la española, y muy guapa la extranjera, de la que no me acuerdo ni de su nombre ni de su nacionalidad. De las otras no sé, porque ni me acuerdo de cómo y cuántas eran... No por ir borracho, que aunque beba poco o nada normalmente, necesitaría más para llegar a eso.
Las discotecas/pubs de allí son más o menos como los de aquí: un lugar en el que la gente hace movimientos (creo que lo llaman bailar, aunque cualquier parecido con la realidad es accidental) y en la que me resulta inviable mantener una conversación por el ruido.
Al día siguiente fuimos a hacer un tour por la ciudad con un grupo de español@s (sí, españolos y españolas, no se ha inventado la erroba), por la tarde fui a comprar algunos regalillos para la gente de aquí (gran paciencia la de Carlos), y por la noche fuimos a ver de nuevo la ciudad. La verdad es que después de tanto andar ese día, había que irse a descansar pronto, así que tomamos otra pinta y para casa.
A la mañana siguiente, había que aprovechar para ver lo que quedaba a velocidad express. Visita a la fábrica Guinness (sin entrar), visita a un parque (daba igual cuál), visita a la destilería Jameson (sin entrar), visita al distrito chungo de la ciudad (hay que ver de todo), visita a un par de catedrales, y vuelta para recoger todo...
Al volver nos pilló una "pequeña llovizna" de 15 minutos, que me empapó completamente. Eso sí que es llover en horizontal, y no lo de aquí; el paraguas es un adorno completamente inútil en esos casos.
En el autobús hacia el aeropuerto, un bonito atasco y con muuuucha gente, que había partido de Hurling (gran deporte y mejor persona, por decir algo). Y en el aeropuerto, os daré un consejo, llegad pronto, porque el control de equipajes es una locura, y se puede tardar un ratito.
Viaje de vuelta muy tranquilo en el avión, y vuelta en coche más tranquila aún.
Continuará...
El volumen sí importa
Bueeeeeno, bueno, bueno... Hola de nuevo, tras muchos días sin escribir.
La verdad es que últimamente estoy bastante ocupado tanto en el trabajo como fuera de él, pero no es excusa, quiero volver a recuperar esta tradición que tanto me hacía disfrutar. Se me subió a la cabeza lo de tener tres fieles lectores y me vine abajo...
Para empezar, voy a hacer una entrada muy corta porque, aunque no lo creáis, se pierde práctica al escribir si no se hace con asiduidad. No tengo la misma soltura que cuando escribía a menudo, y es algo que debo recuperar con paciencia.
¿Y de qué es de lo que voy a escribir hoy? Pues de que he cambiado, sin duda, desde un tiempo a esta parte. Como todos, por supuesto, pero mi cambio es mucho más sencillo... Antes no me gustaba nada nada nada la música alta, y ahora lo disfruto. Me he dado cuenta de que hay canciones que suenan infinitamente mejor a un volumen dañino para los oídos que con una potencia normal y saludable.
Como muestra un botón, esta canción de José de Rico y Henry Méndez, titulada Noche de Estrellas (musicote), que me encanta escuchar a todo trapo cuando vuelvo del trabajo en coche. Ahora bien, cuánta culpa tiene de eso el hecho de que la escuche cuando vuelvo del trabajo, y cuánta el hecho de que reboten los cristales al subir el volumen... Pues sinceramente creo que ambas colaboran, pero la potencia lo mejora sin duda.
Eso sí, en casa un poco de respeto y, si sois vecinos míos, especialmente el que vive debajo, baja tu música, que me molesta.
La verdad es que últimamente estoy bastante ocupado tanto en el trabajo como fuera de él, pero no es excusa, quiero volver a recuperar esta tradición que tanto me hacía disfrutar. Se me subió a la cabeza lo de tener tres fieles lectores y me vine abajo...
Para empezar, voy a hacer una entrada muy corta porque, aunque no lo creáis, se pierde práctica al escribir si no se hace con asiduidad. No tengo la misma soltura que cuando escribía a menudo, y es algo que debo recuperar con paciencia.
¿Y de qué es de lo que voy a escribir hoy? Pues de que he cambiado, sin duda, desde un tiempo a esta parte. Como todos, por supuesto, pero mi cambio es mucho más sencillo... Antes no me gustaba nada nada nada la música alta, y ahora lo disfruto. Me he dado cuenta de que hay canciones que suenan infinitamente mejor a un volumen dañino para los oídos que con una potencia normal y saludable.
Como muestra un botón, esta canción de José de Rico y Henry Méndez, titulada Noche de Estrellas (musicote), que me encanta escuchar a todo trapo cuando vuelvo del trabajo en coche. Ahora bien, cuánta culpa tiene de eso el hecho de que la escuche cuando vuelvo del trabajo, y cuánta el hecho de que reboten los cristales al subir el volumen... Pues sinceramente creo que ambas colaboran, pero la potencia lo mejora sin duda.
Eso sí, en casa un poco de respeto y, si sois vecinos míos, especialmente el que vive debajo, baja tu música, que me molesta.
Operación Bikini [Summer 2012]
Comienza la operación bikini, o más bien, la operación dejar de expandirse, que a ponerme un bikini decente ya no llego. Y es que, desde que volví de Francia hace casi 2 años, he engordado unos 15 kilos... Mother of God!!!
No puede ser sano, y eso tiene que cambiar. Para ello, voy a intentar bajar unos cuantos de esos kilos. El reto empieza en 90 kilitos de nada [Sí, sé que tengo una pizca de sobrepeso jeje].
Una de mis misiones más difíciles: intentar controlar el ansia que me entra por comer al llegar a las 16 de la tarde para comer. Voy a intentarlo llevándome algo de comida para media mañana, pero es que aun así, cuando llego a casa y veo la comida rica que me prepara mi mamá... arrrgggg. Estoy salivando de solo pensarlo. Otra de las misiones difíciles es controlarme en esas barbacoas o planchas de fin de semana.
Si es que no se puede vivir en casa de los padres, qué delgadito estaba yo en mis tiempos de emancipación. Ya volveré...
Os mantendré al tanto de las novedades.
No puede ser sano, y eso tiene que cambiar. Para ello, voy a intentar bajar unos cuantos de esos kilos. El reto empieza en 90 kilitos de nada [Sí, sé que tengo una pizca de sobrepeso jeje].
Una de mis misiones más difíciles: intentar controlar el ansia que me entra por comer al llegar a las 16 de la tarde para comer. Voy a intentarlo llevándome algo de comida para media mañana, pero es que aun así, cuando llego a casa y veo la comida rica que me prepara mi mamá... arrrgggg. Estoy salivando de solo pensarlo. Otra de las misiones difíciles es controlarme en esas barbacoas o planchas de fin de semana.
Si es que no se puede vivir en casa de los padres, qué delgadito estaba yo en mis tiempos de emancipación. Ya volveré...
Os mantendré al tanto de las novedades.
Ir al gimnasio
Ayer fui a un gimnasio del barrio para preguntar por sus tarifas. Aunque era bastante más barato que el mini-gimnasio al que fui hace unos 6 años, creo que he decidido prescindir de él. Echando cuentas, creo que de momento, una media de 400€ al año para seguir haciendo mi dieta alta en calorías, no me compensa.
De hecho, no me hizo falta ni que me diera la tabla de precios para tomar la decisión. El olorcillo que inundó mis fosas nasales nada más entrar me echó para atrás. Creo que este olor podría ser incluido en la paleta de olores característicos, junto al de los hospitales o el de las mozas que apestan a pachuli.
Además, cuando uno va a un gimnasio, es raro que no se autoimponga una dependencia de ejercitarse, sintiendo la necesidad de ir a la sala durante todos los días. El día que no vas, te falta algo.
Así que, de momento, seguiré haciendo "footing", "running" o como lo queráis llamar, aunque lo que yo hago más bien es "trotting". Este será el método para intentar evitar mi expansión infinita :).
Además, de momento, mientras no se valore pagar por circular por las aceras, es gratis.
Deberes: ¿sí o no?
Hoy, escuchando la radio, se debatía (gracias a Dios) acerca de algo diferente a la política y al fútbol. El tema de discusión era: Deberes para los niños: ¿sí o no?
He de decir que yo, aunque no contundentemente, estoy a favor de que los niños tengan deberes para casa. Creo que esto les crea unos hábitos que, si son responsables, podrán asentar en el futuro. Sin embargo, tampoco creo que sea adecuado llenar a los niños de clases o actividades extraescolares que los mantengan ocupados hasta las 7-8 de la tarde y que después tengan que hacerlos.
Quien me conozca ya sabe que podría justificar mi opinión, y también la contraria, porque suelo ver cualquier ámbito de la vida con una posición relativa que a veces puede llegar a ser enfermiza. Con esto no quiero decir que no tenga mi propia opinión, sino que entiendo cuando otras personas no piensan como yo.
En el debate, los argumentos que aportaban en contra de los deberes de los niños eran:
- La jornada del niño ya es suficientemente larga en el colegio.
- Este trabajo adicional para el niño repercute en que los padres tienen que privarse de ese tiempo libre.
- Debería haber suficientemente tiempo en el colegio como para ocuparse de explicaciones, aprendizaje y tareas. Si no da tiempo, es porque el modelo es adecuado.
A estos argumentos, yo les añadiría uno que a mi forma de ver es más importante:
- En el trabajo realizado en la vida real, no solo es importante hacerlo bien, sino que la clave suelen ser las relaciones entre personas: saber explicar lo que haces, transmitirlo a tus jefes y/o empleados, etc. Y eso no se cultiva durante la etapa formativa con deberes, sino que se deriva de la interacción con otros niños, personas, situaciones, etc.
He de decir que yo, aunque no contundentemente, estoy a favor de que los niños tengan deberes para casa. Creo que esto les crea unos hábitos que, si son responsables, podrán asentar en el futuro. Sin embargo, tampoco creo que sea adecuado llenar a los niños de clases o actividades extraescolares que los mantengan ocupados hasta las 7-8 de la tarde y que después tengan que hacerlos.
Quien me conozca ya sabe que podría justificar mi opinión, y también la contraria, porque suelo ver cualquier ámbito de la vida con una posición relativa que a veces puede llegar a ser enfermiza. Con esto no quiero decir que no tenga mi propia opinión, sino que entiendo cuando otras personas no piensan como yo.
En el debate, los argumentos que aportaban en contra de los deberes de los niños eran:
- La jornada del niño ya es suficientemente larga en el colegio.
- Este trabajo adicional para el niño repercute en que los padres tienen que privarse de ese tiempo libre.
- Debería haber suficientemente tiempo en el colegio como para ocuparse de explicaciones, aprendizaje y tareas. Si no da tiempo, es porque el modelo es adecuado.
A estos argumentos, yo les añadiría uno que a mi forma de ver es más importante:
- En el trabajo realizado en la vida real, no solo es importante hacerlo bien, sino que la clave suelen ser las relaciones entre personas: saber explicar lo que haces, transmitirlo a tus jefes y/o empleados, etc. Y eso no se cultiva durante la etapa formativa con deberes, sino que se deriva de la interacción con otros niños, personas, situaciones, etc.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)