Un día entró una señora, no voy a decir que anciana, pero sí tendría sus 50 años. Iba andando como si le dolieran la espalda y los pies. Vamos, que parecía una abuelita, así que le cedí (no voy a decir que gustoso, que uno tampoco es masoca) el asiento. Durante esos días me la encontraba de vez en cuando a la misma hora y siempre se lo cedía.
Una tarde, venía de acompañar a mi madre al médico, y vi a la misma señora salir de otro vagón. Había mucha gente esperando a las escaleras mecánicas, y yo por supuesto también lo hice. Pero de repente veo cómo la señora se escabulle y sube corriendo las escaleras... Me quedé con una cara de tonto... Así que a partir de ese momento, solo cuando realmente se necesita dejo el asiento. Una señora muy mayor, alguien con un pie escayolado o con muletas, cosas así.
¿Y a qué viene esto? Pues es que hoy he visto dos escenas simultáneas en el metro que me han recordado aquello. Estaba de pie apoyado junto a la puerta, y han entrado una señora con un carro y otra con la mano escayolada.
Primero la señora que llevaba el niño en brazos y el carro abierto. O bien cierra el carro para no ocupar todo el vagón y entonces es normal que se le ceda el asiento por llevar el niño en brazos, o bien metemos al niño en el carrito y nos quedamos de pie.
Segundo, que yo sepa uno no se mantiene de pie con la mano, y además, supongo que aconsejarán llevar la mano en alto. Así que agarradita a la barra del techo y listo.
Puedo parecer un poquito cascarrabias, pero es lo que siento... Hay que ser educado, pero no gilip***** :).

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