Por fin, el lunes 5, y después de casi dos semanas, tuve el ordenador operativo. Le faltaban algunos programas que deberían haber sido instalados, y seguía estando en la otra punta del mundo respecto a mi equipo, pero al menos funcionaba. Sin embargo, no iba a ser tan fácil empezar a trabajar, porque al día siguiente empezaba un curso para "new-comers" (novatos, para que nos entendamos).
De hecho, yo no estaba apuntado al curso, y sí otra miembro de mi grupo, Coraline, que lleva en torno a un año en la empresa. Coraline es una mujer que aparenta ser la mayor del grupo, aunque no soy muy bueno calculando las edades de la gente. También me ha ayudado en cuanto ha podido, así que tampoco tengo queja de momento jeje. El único problema es que todavía tengo la duda de cómo saludarle cuando llego. Por mucho que intento observar para fijar un patrón, aún no lo he conseguido. De este tema de saludos hablaré en otro post, porque por aquí es todo un ritual misterioso.
El caso es que nos intercambiaron para el curso, y me dijeron que me presentase allí diciendo que iba a asistir en su lugar. Esto ya me empezó a preocupar, porque si ella estaba apuntada, y llevaba casi un año, mi cabeza se preguntaba cuánto tiempo llevaría el resto de personas que asistían.
Pero bueno, poco a poco fui olvidándome de eso, y centrándome en que no entendía nada de lo que decían, y en que daban desayuno gratis todos los días. Al principio iba un poco cortadillo a por las cosas, hasta que vi que allí hasta las jovencitas de buen ver luchaban por los croissants como si fueran las rebajas. Por cierto, y haciendo un paréntesis: vi el primer día de rebajas en Francia por la tele. Debe haber mucha gente fina por aquí, no digo que no, pero hacen lo mismito que en España.
Respecto al hecho de no entender nada en el cursillo, finalmente confirmé mis sospechas. Durante una de las conferencias, la ponente fue preguntando uno a uno cuánto tiempo llevaban allí. Fui el último en responder, porque estaba sentado en una esquina, así que la sorpresa fue mayúscula cuando la serie de contestaciones finalizó así: "... 5 meses, 9 meses, 1 año y 2 meses, 8 meses, 11, 6, 8, 2... se-ma-nas".
Las luces temblaron, tres o cuatro personas se desmayaron en la sala, otros dos o tres se pusieron a llorar tras dar un grito de sorpresa. Creo que hasta oí cómo Dios mataba un gatito a causa de semejante blasfemia. Bueno, realmente lo único que sucedió fue que noté como todas las miradas se fijaron en mí (o al menos las de los de delante), y la ponente esbozó una sonrisa. Menos mal que no me preguntó si me había enterado de algo de lo que había contado...
Y respecto al resto de la vida... Pues fue la semana clave del mundial, 1-0 en cuartos, 1-0 en semis, y 1-0 en la final. Aquí lo único que hice fue salir a la terraza y gritar campeones. Creo que alguien hizo algo parecido, porque oí alguna voz, pero como tampoco iba a intentarme comunicarme aullando como los lobos, decidí dejarlo ahí.
Lo único destacable fue que un día se me presentó aquí el fontanero... Tras una gran sorpresa inicial, le dije en un francés rudimentario que no sabía si al final iba a querer instalar una "machine à laver" o lavadora, y que estaba a la espera de que la agencia me llamara, que era en lo que habíamos quedado. Al final le tuve que dejar pasar, porque solo quería confirmar que la instalación se podría hacer, y tampoco iba a ser tan cabrón de causar que hiciera el viaje en balde. Eso sí, ya confirmé que los de la agencia no iban a gastarse un duro en llamarme. Eso sí, aún seguía sin llave del buzón...
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